miércoles, 20 de mayo de 2009

EL BOCETO, LO INACABADO, LA DESPROPORCIÓN Y LA BELLEZA

Como acabamos de ver, para Delacroix la imaginación tiene una gran importancia, él cree que es mediante esta que podemos llegar al alma del espectador.

En relación con esta idea nos encontramos con el boceto, un concepto muy importante para Delacroix. Él nos dice que un simple boceto puede contener un gran sentimiento e igualar, en expresión las producciones más acabadas, y es que este permite una gran libertad a la imaginación.

Lo que conseguimos mediante el boceto es seleccionar aquello que es más importante, recoge la impresión del objeto y además añade algo personal, del propio autor debido a la espontaneidad, la impresión y la inspiración del momento.

Y es que a la hora de realizar un boceto te olvidas de los detalles, y los subordinas a aquello que realmente quieres destacar, no te entretienes en dibujar cada una de las hojas de los árboles, o a pintar cada piedra del camino, concibes la obra como un todo, un conjunto donde todo comparte una relación entre sí.

Además el arte debe producir el efecto para el espíritu, y no para la vista, por lo tanto no se trata de copiar la realidad sino sólo de recoger su impresión.

Delacroix nos dice que esta idea tan característica del boceto fijada en el primer momento de inspiración es la que se debe mantener durante la ejecución de la obra final para poder mantener siempre una visión de conjunto.

Hasta ahora se ha dicho que Delacroix da mucha importancia al boceto y que puede llegar a afectar el espíritu del espectador con casi una mayor facilidad que la obra acabada, pero debemos tener en cuenta que no todos los artistas lo pueden conseguir.

Él en un momento dado distingue dos clases de artistas:

- Aquellos que han brillado sobre todo por el pensamiento
- Y aquellos artistas que se centran más en el efecto superficial de las cosas, la relación de colores, la armonía.

En relación con los primeros nos dice que con las primeras líneas el autor es capaz de indicarnos su pensamiento, pero por el contrario, aquellos autores centrados en el efecto más superficial de la obra necesitan su ejecución por poder llegar al espíritu.
Por lo que hemos visto podemos deducir que Delacroix seria una mezcla de los dos grupos, un artista que da mucha importancia al pensamiento pero que también está preocupado por los problemas estéticos, por la ejecución plástica de la obra.

En relación con el efecto que producen los bocetos y las obras inacabadas, el hecho de destacar, o centrar el interés de la obra nos encontramos con el concepto de proporción. Nos dice que mediante las ligeras desproporciones que un cuadro puede presentar también se consigue el mismo efecto, destacar aquello más importante, aquello esencial y necesario.

Los artistas perfectos nos sorprenden menos debido a la propia perfección; no tienen ninguna incoherencia que haga sentir hasta qué punto el todo es perfecto y proporcionado.
Por esto nos dice que a veces el efecto que producen las obras se debe a ciertas desproporciones las cuales mediante un punto de contraste, consiguen captar el interés y destacar aquello importante. Un ejemplo claro son las obras, en concreto las estatuas, de Miguel Ángel.

Entonces él se pregunta: ¿Toda obra que presente alguna desproporción es más bella que aquella totalmente proporcionada, es decir perfecta? Delacroix nos dice que no tiene porque ser así, pero lo que si que tiene claro es que un objeto perfectamente proporcionado comporta una perfecta simplicidad que, en un primer momento, no produce la emoción que se aprecia en presencia de cosas gigantescas, en las cuales la desproporción misma es un elemento de belleza, estos elementos que presentan desproporciones impresionan más.

Ahora bien, si consideramos, como hacía Delacroix, que las obras más bellas son las que expresan la pura fantasía del artista, tenemos que aceptar que no hay belleza exquisita sin una cierta extrañeza en las proporciones. Porque estas desproporciones, las cuales no se encuentran en la realidad son signo de la fantasía, impresiones personales del propio artista.
De aquí la inferioridad en escultura y en pintura de la escuela francesa, que siempre antepone el estudio del modelo a la expresión del sentimiento que domina el pintor o escultor. Este entusiasmo por esta escuela es el camino más falso y ellos creen que es el camino más verdadero.

Delacroix, a lo largo de sus diario nos habla sobre la belleza, pero después de decir diferentes opiniones llega a la conclusión de que la belleza es muy difícil de definir y que no hay manera de ponerse de acuerdo, porque todos somos diferentes, nos conmueven diferentes cosas y es evidente que no podemos reducir una cuestión tan compleja con una simple definición universal.

Lo bello está en todas partes y cada hombre no solamente lo ve, sino que debe absolutamente expresarlo a su manera.

Por lo tanto, podemos decir que lo que pretende el artista es conmover el alma del espectador y para poder hacerlo se necesita algo más que copiar la realidad, se debe hacer uso de su imaginación, algunos recursos que nos lo permiten o que nos facilitan su exteriorización son las obras inacabadas, los bocetos, y las ligeras desproporciones que puede presentar una obra, en fin cualquiera exteriorización del sentimiento de la fantasía del artista.



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