Eugène Delacroix. Autorretrato con chaleco verde. 1837 ca. Óleo sobre lienzo. 65 x
Consideramos que es indispensable que en nuestra galería aparezca una imagen del protagonista de nuestro trabajo, Eugéne Delacroix.
En este autorretrato a los cuarenta años, puede observarse la calidad pictórica del artista, así como su fidelidad a las críticas y observaciones que presenta en El puente de la visión sobre otros autores. En este retrato podemos hallar la adecuación del fondo a la figura, un tratamiento muy preciso del color, así como la calidad del trazo sin necesidad de recurrir a los detalles, tres aspectos a los que el artista da especial importancia.
A continuación citamos textualmente a Delacroix: "El color no es nada, si no es adecuado al tema, y si no aumenta el efecto del cuadro a través de la imaginación". Esta aportación del pintor puede ejemplificarse a la perfección en su autorretrato, y nos sirve para introducir otro de los temas más importantes en la teoría del arte de Delacroix: la imaginación. A lo largo del libro el autor insiste en el poder de esta cualidad; no puede ser comparada con otras cualidades como las sensaciones o la memoria, ya que todas las personas gozan de estas cualidades, sin embargo, sólo unos pocos privilegiados tienen imaginación. En el libro la relaciona con diversas situaciones y la considera imprescindible a la hora de crear una buena obra de arte y observarla con precisión.
Por otra parte, Delacroix afirma que en la pintura se establece un puente misterioso entre el alma de los personajes representados y la del espectador; esto, nos sirve para hacer una pequeña metáfora entre el tema de nuestro trabajo y este retrato. A través de este cuadro e interpretando lo dicho anteriormente por el pintor, podríamos conectar con el alma de Delacroix como espectadores.
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